domingo, 23 de noviembre de 2014

PARAUTA-CARTAJIMA-JÚZCAR


Hoy nos hemos ido de ruta hasta el valle del genal, 52 hemos sido los participantes incluyendo los guias, ha hecho un dia estupendo por donde se a realizado el recorrido.

Fácil y cómodo recorrido por tres de los pueblos del Alto Genal. El trayecto se realiza casi en su totalidad por carriles bien marcados, además recientemente ha sido señalizada con balizas de madera en color blanco y amarillo.
En Parauta podemos comprar castañas comercializadas como “La Pilonga de Parauta”,  riquísimas son las castañas en almíbar o al brandy; para comer se encuentra el restaurante El Anafe, cerca del pueblo se encuentra la encina Valdecillla, una de las más grandes de la Serranía.
Cartajima se caracteriza por su singular situación entre las rocas blancas y las pardas, en su término se encuentra un precioso torcal conocido como Riscos de Cartajima; son afamados sus mostos.
Júzcar posee parajes de gran belleza como la zona del Moclón, con baños en el rio Genal, donde muy cercan perviven las ruinas de la Real Fábrica de Hojalata; para comer se ha inagurado recientemente La Posada del Arriero, un restaurante y hotel rural con rancio sabor serrano.


DESCRIPCIÓN DEL ITINERARIO:

Iniciamos  nuestro recorrido en la población de Parauta a 800 m. de altitud; nos encaminamos a la plaza principal, quedando a la izquierda una callejuela con un precioso y sencillo arco de medio punto, después afluiremos a la calle Salvador Márquez dejando las últimas casas del pueblo y algunos de los pinsapos que exhornan sus plazas y jardines.
Una vez en el carril terrizo aparece la Fuente Nueva
con refrescante y limpia aguas, unos enormes quejigos dan sombra a los viandantes y los castaños comienzan a imponer su reinado en los campos y lomas que nos rodean. Como norma seguiremos el carril principal, pero su tenemos dudas, no debemos temer por errar el camino, ya que éste está marcado por una balizas de madera de “Medio Recorrido”, (color blanco y amarillo).
Tras una cerrada curva a la derecha el camino desciende, sorprendiéndonos unos altivos madroños, también se ven zumaques, encinas y diversas jaras; en la lejanía y entre tanto verdor surgen las poblaciones de Pujerra y Cartajima, nuestro inmediato destino; en lado opuesto, al oeste,  se alza la enorme mole del Cancho Armola, que en algunas zonas está recortado por precipicios.
Llegados al fondo del valle que forma el arroyo Nacimiento o Garduño, como lo conocen por aquí, encontramos unas alargadas vegas donde proliferan los nogales y caquis; junto al caudaloso arroyo dejamos las ruinas del antiguo Molino Real. Proseguimos ahora
en subida entre los omnipresentes castaños, que donde dejan  hueco lo aprovechan los alcornoques para reivindicar su estatus de árbol noble y mediterráneo. Tras los repechos finales y antes de llegar a Cartajima, nos sorprendemos del tamaño de un frondoso castaño.
Entramos en Cartajima por la amplia y floreada calle Nueva
; recorremos sus pulcras y blanqueadas casas buscando el carril que se dirige a las cabrerizas, si no lo encontramos, seguro que los diligentes y simpáticos-as vecinos-as de este pueblo os ayudaran a recuperar a la trocha perdida.
Descendemos por el carril entre encinas, castaños y viñas, ademas, de la compañía de las tortuosas formaciones calizas que emergen en la ladera de la derecha, sobre la carretera; estos son Los Riscos de Cartajima y Júzcar, un torcal poco conocido y cuyas caprichosas formaciones han sido bautizas con nombres
a los que se asemejan las figuras pétreas; junto al camino, algo por debajo existe otra fuente con pilón.
La bajada acaba junto al lecho seco del arroyo Blanco, desde este momento iniciamos
una leve subida por un camino menos marcado, igualmente deberemos  pasar por cuatro angarillas, que por supuesto dejaremos cerradas tras pasarlas; en un margen del camino observamos los restos de una enorme calera.
Afluimos a la carretera que une Cartajima con Júzcar, Faraján y Alpandeire y la tomamos a la izquierda, una vez recorrido unos 150 m. dejaremos el asfalto para descender a la derecha por un amplio carril hormigonado; bajo
nosotros  asoman los tejados y la humilde torre parroquial de Júzcar. Culminamos la excursión  entrando por la calle Ereta.